Las tierras de nuestra comarca han sido cultivadas como viñedos desde miles de años atrás. Se sabe que ya griegos y fenicios establecieron rutas y propagaron el cultivo de la vid y que, cuando los romanos llegaron a la zona, trajeron con ellos técnicas avanzadas del cultivo y la elaboración de vino. Para los romanos, el vino era una parte fundamental de la vida cotidiana y las celebraciones. Durante la época, se establecieron las bases de una tradición vinícola que perduraría por siglos.

 

Con la dominación islámica, la plantación de vides y el consumo de vino se redujo debido a las restricciones religiosas sobre el consumo de alcohol. Sin embargo, durante la Reconquista, tras la repoblación cristiana, volvieron a extenderse las plantaciones y a resurgir la viticultura. Las comunidades monásticas y eclesiásticas desempeñaron un papel crucial en el mantenimiento y la promoción de la producción de vino. Los monasterios y abadías se convirtieron en centros de producción vinícola y contribuyeron a expandir la cultura del vino en la región.

Durante los siglos XVI y XVII, La Mancha continuó produciendo vino y manteniendo su relevancia vitivinícola. Los vinos de nuestra zona abastecían la corte por su cercanía a la capital. En El Quijote, se menciona con frecuencia el vino elaborado en La Mancha.

“Diéronles a los dos a probar del vino de una cuba, pidiéndoles su parecer del estado, cualidad, bondad o malicia del vino… El primero dijo que aquel vino sabía a hierro, el segundo dijo que más sabía a cordobán. El dueño dijo que la cuba estaba limpia, y que el tal vino no tenía adobo alguno por donde hubiese tomado sabor de hierro ni de cordobán…. Anduvo el tiempo, vendióse el vino, y al limpiar de la cuba hallaron en ella una llave pequeña, pendiente de una correa de cordobán”.

La posición relativamente aislada de la zona, permitió que estos viñedos resistieran a plagas y enfermedades. No obstante, a finales del siglo XIX, la plaga de la filoxera, que se extendió desde Francia hasta la España interior, afectó significativamente a nuestra región. Para combatir esta enfermedad, se recurrió con éxito a portainjertos americanos, resistentes a la plaga.

 

A medida que avanzaba el siglo XX, La Mancha comenzó a establecerse como una denominación de origen reconocida en España. Aumentó la demanda de vino de la zona debido a que tanto el clima como el terreno era favorable y la producción de vino estaba asentada dentro de su cultura y actividad económica, con una sociedad principalmente dedicada al sector agrario.  A partir de los años 40 y 50 del siglo XX alcanza su mayor expansión, incrementándose el número de bodegas y cooperativas; en la actualidad es la región del mundo con mayor extensión de cultivo vitivinícola y mayor producción media anual de vino.

En 1976, se otorgó oficialmente la Denominación de Origen La Mancha. Esta designación aseguró la calidad y autenticidad de los vinos producidos en la zona.

En los últimos años, se han introducido nuevas variedades de uva y se han mejorado y optimizado las técnicas de cultivo y de elaboración del vino.

 

Cultura y tradición

Los viñedos de La Mancha se extienden por paisajes diversos, desde llanuras hasta colinas, lo que da como resultado una variedad de vinos con diferentes perfiles. Su rica historia del vino es un testimonio de la dedicación de muchas generaciones pasadas y presentes en la preservación y evolución de esta tradición. Cada botella forma parte de nuestro patrimonio cultural y conecta con un pasado que ha contribuido a la reputación vinícola de España.